Casa de noivos.

Hay pocos placeres tan adictivos como el de ir en moto, esa sensación del aire dándote en la cara mientras vas devorando curvas no tiene precio.

A mi mujer no le hizo mucha gracia que me comprara esta Suzuki 250 hace cuatro años, dice que Oporto no está hecho para ir sobre una motocicleta, que si ya en el coche molestan los baches de estas carreteras de Dios no quiere ni imaginarse lo que debe ser controlar el manillar.

He estado comiéndome la cabeza de mala manera hasta que me he convencido a mi mismo de que debo colgar el casco.

Ayer, mientras veía a mi hijo jugando con su triciclo me di cuenta de lo frágil que es, de lo frágiles que somos. Igual de delicado me debe ver ella a mi sobre la moto, no quiero que sienta esa sensación cada vez que me marche a trabajar.





































Canto dos sonhos.

Llevo muchos años siendo criada de una familia a la que casi no conozco.

En el recuerdo borroso de mi adolescencia me veo llegando a esta lejana finca en las afueras de Lisboa, contenta por haber conseguido entrar de interna en casa de los señores.

La verdad es que no imaginaba que una casa pudiera tener tantas habitaciones con sus correspondientes camas. Cuando acabas de hacer la última algún niño de la casa ya ha deshecho alguna.

Hoy me han pedido que prepare los equipajes y que deje la casa lista para cerrarla durante el invierno.

¡Por fin se van a pasar el invierno fuera! 

Esta es mi recompensa por el duro trabajo, hacer uso de la casa durante unos meses, es por este tiempo sin la familia en casa por lo que he durado aquí tantos años, estos meses en los que realmente puedo descansar.


























































La casa de la costurera. El rincón de Juan y Dolores.

8 de diciembre de 1948, día de la Inmaculada Concepción, es mi santo, aunque mi familia y amigos me llaman Conchita mi nombre es Inmaculada.

Me sorprende que desde ayer no he dejado de recibir postales felicitándome, teniendo en cuenta que las cartas tardan entre 7 y 10 días en llegar al pueblo es todo un logro que precisamente hoy llegaran todas.

Mis padres Juan y Dolores me han regalado un costurero precioso, no es tan bonito como el de mi madre pero tiene absolutamente de todo para aprender a coser. Mi sueño es tener mi propia máquina, me da igual que sea Singer, Alfa o una Wertheim, pero hasta que llegue el día en que tenga la misma soltura que mamá voy a tener que ponerme las pilas con las revistas de moda y patronaje.